¿Nos espían a través de nuestros móviles? (y II)

Ya comentábamos en el post anterior, la importancia de la información que compartimos en internet, sobre todo en las redes sociales, que son la ventana más cercana que poseemos, al mundo digital.

Por ejemplo, si eres una persona que suele viajar mucho y constantemente compartes tu ubicación, subes fotografías de los lugares que visitas, sigues páginas de viajeros o ves videos de youtubers que comparten sus viajes a través del mundo, para Google, Facebook o cualquier otra aplicación que muestre publicidad, no será muy difícil catalogarte en una sección; posiblemente te mostrará publicidad sobre descuentos en aerolíneas, ofertas en hoteles, o incluso publicidad de tiendas y lugares que se encuentren cerca de donde estás, ya que saben que esos son tus temas de interés y que probablemente logren que des click en alguno de sus anuncios, completando así el ciclo de ventas que pretenden realizar.

No olvidemos que, por normativa general, las compañías de internet como Facebook o Google, tienen que cumplir con diversas leyes que “protegen” la información de los usuarios, como la GDPR; por lo que no pueden traficar y vender nuestros datos de forma tan descarada, pero sí pueden darle un uso destinado a publicidad. Sobre todo, porque somos nosotros mismos quienes les hemos dado el consentimiento expreso para hacerlo.

Haremos una pregunta ¿Cuántos de vosotros habéis leído las condiciones generales de uso y políticas de privacidad de Facebook, de Twitter o de cualquier otra página cuando creasteis vuestras cuentas? La respuesta es alarmante, pero la conocemos de sobra. Casi nadie se toma la molestia de hacerlo.

La mayoría de aplicaciones utiliza esas condiciones para explicarte sobre el proceso de publicidad y de anuncios, el tratamiento que le darán a tus datos de forma comercial, con la “finalidad” de mejorar tu experiencia de navegación.

Además de las publicaciones que compartes, están las búsquedas que realizas como usuario, toda esta información se guarda en pequeños paquetes de datos, que se envían entre emisores y receptores. Cuando un usuario accede a una web, deja un registro que proporciona cierta cantidad de información, como el tiempo en el que se mantuvo en la web, que secciones miró, cuál fue su trayectoria en la página, y un largo etc. Todo esto tiene el objetivo de analizar nuestro tráfico web y es usado por las aplicaciones y páginas para poder obtener informes estadísticos que les servirán para analizar y evaluar los hábitos de navegación de sus usuarios.

Muchas webs y aplicaciones, cuentan con herramientas propias que reúnen la información de estos registros y así pueden compartirla con sus clientes o con las empresas que les pagan por anunciar su publicidad.

Una de las herramientas que usan para estos propósitos, como ha salido a la luz recientemente, son los populares asistentes de voz, como Alexa, Siri o Google, que para poder contestar nuestras peticiones, primero tienen que escucharnos. La pregunta que nos hacemos es ¿Qué tanto nos escuchan?

Tenemos claro que esos asistentes, se activan con un comando especial, que al escuchar que los llamamos, nos dan una respuesta, pero no podemos asegurar a ciencia cierta que no lo hagan también en otros momentos. Es entendible que deben escucharnos constantemente, ya que así generan un modelo de nuestra voz, que ayuda a mejorar la calidad con la que realizan su labor de asistentes virtuales, y se supone que la mayoría solo guarda palabras clave, sin embargo, la duda sobre la información que guardan de nosotros sigue estando ahí.

Es difícil concluir cuál es la verdad ante esta situación, es factible que solo sea un mito pero tampoco es descabellado que pueda ser verdad.

Nosotros como usuarios y ante la duda, debemos preocuparnos y prestar más atención a lo que compartimos en internet; mirar a detalle los permisos que les damos a las aplicaciones cuando nos piden usar nuestros datos, o cuando nos piden permiso para acceder a nuestra información, como la libreta de contactos, nuestras fotos, nuestra cámara o nuestra grabadora de voz, entre muchos otros ejemplos.

 

Autor: Vanessa Dapena Lorenzo – Responsable de Marketing de Securízame